Cada 1° de mayo se convierte en una fecha especial para detenernos y mirar con respeto y gratitud a quienes, desde cada rincón de la sociedad, hacen posible el progreso, la convivencia y la dignidad humana a través del trabajo. Es un día para reconocer no solo el esfuerzo físico o intelectual, sino también la pasión, la constancia y los sueños que se entrelazan en cada jornada laboral.

El trabajo no solo construye edificios, cosecha alimentos o enseña en las aulas; también edifica vínculos, transforma comunidades y da sentido a nuestras vidas. Detrás de cada servicio, de cada producto, de cada atención, hay personas que entregan lo mejor de sí, muchas veces en silencio, con humildad y sin aplausos. Ellos y ellas merecen hoy nuestro reconocimiento y admiración.

En este día celebramos a todas las personas trabajadoras: a quienes se levantan antes del amanecer para abrir un taller, a quienes enseñan con vocación en las escuelas, a quienes cuidan, curan, reparan, crean, transportan, limpian, organizan. A quienes luchan por mejores condiciones laborales, por derechos y por igualdad. Porque el trabajo, cuando es digno, justo y valorado, se convierte en el motor más poderoso para construir una sociedad más humana y solidaria.

Que este Día del Trabajador nos inspire a seguir defendiendo el valor del trabajo, promoviendo la inclusión, la equidad y el reconocimiento de cada oficio y profesión. Porque toda labor es importante, toda tarea aporta, y cada trabajador y trabajadora merece ser visto, escuchado y respetado.

¡Feliz Día del Trabajador!